La olla a presión es una herramienta imprescindible en la cocina, pero para localizar su origen, debemos remontarnos hasta la Francia del XVII y los experimentos del físico Denis Papin. A Papin se le debe el denominado digesteur, un precedente de las ollas que hoy conocemos que se presentó en Londres en 1681 pero no llegó a comercializarse a gran escala. El invento de Papin, como las ollas actuales, incluía un recipiente hermético en el que se empleaba la presión del vapor para incrementar la temperatura del agua y cocinar en menos tiempo.
Con todo, la primera olla a presión moderna llega en 1919, cuando el industrial aragonés José Alix inventa la denominada olla express. La patente fue cedida a Camilo Bellvis y José Montesano, capataces ambos de la empresa de Alix, y tras mejorarla, comenzaron su comercialización. El modelo más habitual tenía dos litros de capacidad y alcanzaba una presión interior cercana a las dos atmósferas y media. Después, aparecerían otras patentes en países europeos, pero el sistema era similar en todos los casos y copiaba, aunque en tamaño adaptado a cocina doméstica, el modelo del francés Papin: un recipiente con cierre hermético en el que los alimentos se cuecen a más de 100 grados gracias a la presión. En la olla express se pierde menos calor que en las ollas tradicionales y el tiempo de cocción se reduce. También se eliminan las salpicaduras y el abanico de posibilidades se amplía, ya que podemos estofar, hervir o cocinar al vapor.
La primera olla rápida alemana fue la Sicomatic, predecesora de la actual olla Perfect y fabricada por la Württembergische MetallwarenFabrik en 1927. En 1938, el también alemán Alfred Vischler presentó en Nueva York su Flex-Seal Speed Cooker, pero la olla que más éxito cosechó en USA fue la Presto, que se presentó en una feria celebrada también en Nueva York y triunfó gracias a su sencillo mecanismo de cierre. En Francia, en 1948, se presentó la denominada Cocotte Minute y cuatro años más tarde George Laverne desarrolla a partir de aquel modelo una olla de 300 litros que adquirió el ejército francés. Cinco años más tarde, en 1953, la Société de’Emboutissage de Bourgogne presenta un modelo que en Francia se comercializó con el nombre de Supercocotte.
En España, la empresa de Algorta (Vizcaya) Manufacturas Generales de Ferretería S.A., dedicada a la fabricación de cuberterías y menaje del hogar, compra la patente y nace así la histórica Magefesa. La apertura económica de aquellos años y el incremento de la renta media de las familias convirtió el producto en un éxito. En España, gracias al invento de José Alix, las ollas a presión eran ya conocidas, pero es Magefesa el nombre que se asocia en nuestro país a su expansión.
En constante evolución
Desde 1950, la olla a presión no ha dejado de evolucionar de la mano de firmas como Fagor, Rikon, Monix o Perfect Plus hasta alcanzar el actual grado de sofisticación, del que son máximo exponente las ollas a presión eléctricas o de tercera generación que incluyen una fuente de calor eléctrica que se regula de manera automática para mantener la presión y, también, la válvula por resorte que reemplazó en los años 80 a la clásica válvula giratoria de las ollas SEB-Magefesa.
Pese a todo, el fundamento de la olla a presión –existen listados en la red que distinguen las mejores– es el mismo desde que Papin diseñó el primer modelo hace 300 años: el agua nunca llega a hervir dentro de la olla, pero el tiempo de cocción se acelera extraordinariamente gracias al incremento de la temperatura del agua que genera la presión. Al cerrar la tapa de la olla, la mayoría del gas contenido en su interior es aire y no vapor de agua, pero la proporción varía a medida que la temperatura aumenta.
Los materiales con los que las ollas se fabrican son diversos y van desde el acero inoxidable al cobre, el hierro o el aluminio. Todos tienen ventajas e inconvenientes y así, mientras las ollas recubiertas de cobre son más fáciles de limpiar y capaces de distribuir el calor de manera más uniforme; las de hierro son más resistentes y pesadas. Las de aluminio son más livianas e incorporan propiedades antiadherentes, pero se enfrían rápido y son menos resistentes. Las más frecuentes son las de acero inoxidable y se pueden lavar en lavavajillas.
La olla a presión es por tanto una herramienta imprescindible en su cocina y, con nosotros, hallará todo lo que necesite para la suya. En Servimenaje disponemos de una amplia gama de repuestos Fagor y de todas las marcas que hoy dominan el mercado de esta singular e indispensable compañera en la cocina. Confíe en nosotros, no le defraudaremos: tenemos la respuesta a sus necesidades y le garantizamos que, con nuestros respuestos, su olla le acompañará muchos años.
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